Ironman 70.3 Panama

Hablar sobre el Ironman 70.3 de Panamá me coloca en una situación un tanto difícil. Como contar en pocas palabras o como describir gran cantidad de contenido transcurrido en un solo evento.

Primeramente debo decir que la ciudad con sus dos millones de habitantes se encuentra en un gran crecimiento de infraestructura, remodelando y creando una ciudad que por muchos años estuvo en el olvido si se trata de mejorías. Pero no por eso deja de lado su pasado, por el contrario conserva su Ciudad Antigua, así llamada a un sector, enfrentándose a la gran metrópolis de edificios modernos con autopistas. Mantiene algunos de sus Diablos Rojos (ómnibus coloridos con arte) sobre todo como transporte escolar a la vez que construye su metro bajo tierra. Panamá es así, dicotómica por el lado que se la mire. Y a pesar de su pequeño territorio si comparado con grandes potencias, está en el ojo del mundo gracias a su Canal que une las aguas del Atlántico con las del Pacífico. Permitiendo el tráfico de barcos hacia ambos lados influenciando en la economía mundial. Su ubicación geográfica también permite facilidad para viajar desde muchos países con vuelos directos y sin demasiada demanda horaria. Este sea tal vez uno de los principales motivos por el cual la competencia tuvo un gran número de participantes en su estreno dentro del circuito Ironman 70.3 juntando 900 participantes de 35 países diferentes.

Con un clima tropical, caliente y húmedo al cual se le sumo el viento constante, el circuito tuvo una dificultad extra a la que ya tenía por sus características propias del perfil. Desglosando en partes puedo decir que la natación con aguas a 24 grados es su parte más fácil ya que se nada en el propio canal con corriente a favor que ayuda en el total de su recorrido por ser en una sola línea recta con partida y llegada en puntos diferentes. Sin tener la dificultad extra de doblar en bollas. Transiciones largas parecían reducidas por el público que se encontraba a lo largo de sus 700mts. Ya montados en las bicicletas comienza verdaderamente la competencia, contra uno mismo, contra los adversarios y sobre todo contra la geografía del lugar. Y así trascurren los 90kilometros. Sin grandes subidas se hace desgastante a lo largo de su recorrido transitando primeramente por avenidas de la ciudad en dirección al Puente Centenario, antiguo puente que une la ciudad atravesando el canal con las afueras. Varios kilómetros sobre un asfalto en perfecto estado te llevan de velocidades máximas a mas de 60km/h a enfrentar algunas subidas a menos de 20km/h. Trayectos casi planos por momentos dejan disfrutar un buen rodar a un promedio alentador, y así como la ciudad tiene su dicotomía, el ciclismo tiene lo suyo. Un ritmo también cayendo junto con la esperanza de hacer un buen tiempo al momento que se enfrentan los vientos constantes. Pareciendo que el ciclismo se nutre de los altibajos de la ciudad, de su dicotomía. Volviendo a la ciudad se recorren sus últimos kilómetros en la Cinta Costera, tierras ganadas al agua que te permiten disfrutar del lado más moderno. Nuevamente en la transición si algo queda de euforia en los corredores se detiene por el calor, sabiendo que todavía lo peor no termino y en ciertos aspectos esto solo está por comenzar. 21km de corrida que contrastan con el ciclismo, 100% plana. Pero no por eso es fácil. A esta altura el calor agoto las reservas del cuerpo, donde la lucha por cada metro se hace constante. Correr sobre la Av. Amador que une el continente con la Isla Flamengo (obra realizada con material extraído de la construcción del Canal) te deja en medio de las aguas del Pacifico donde ningún tipo de protección calma el viento que por momentos se transforma en una fuerte lucha por querer avanzar. Dificultades no le faltan, pero aliento de los espectadores tampoco. Suficiente motivo para llegar a la meta final y disfrutar de la atención con buenos masajes y alimentación.

Claro que esto no fue todo. Sino seria una competencia más en un lugar diferente, nuevo en el calendario y con todo para quedarse. La cereza del postre paso por manos de Lance, estrella indiscutida del evento. Que no dejo dudas de su importancia para la organizacion. Difícil de verlo, de poder sacarse una foto o pedirle un autógrafo. Siempre acompañado. Llegando en su transporte exclusivo, incluso desde el arribo a la ciudad en un vuelo particular. Descendía del vehículo, hacia los justo y necesario y nuevamente partía entre el acoso de sus fans en la lucha por una foto o autógrafo. Se lo vio rodeado de privilegios ajenos al mundo del triatlón. Dejó su bicicleta una vez que cerró el área de transición, cuando ya no había nadie, siendo que los demás dejaron sus bicicletas el día anterior. Su gorra de natación era diferente a las del resto, amarilla claro, por las dudas que alguien no entendió. No recibió la debida penalización por desprenderse e incluso sacarse el casco antes de dejar su bicicleta en la T2. No es que todo esto opaque su pasado ni muchos menos, pero como dijo el gran Macca “bienvenido al tren” , solo que sería bueno por respeto a los triatletas incluso de gran porte que se dieron cita respetar algo de aquello que muchos años atras le dio sus inicios en el mundo del deporte. Un Lance que sin dudas ayudara en la atracción del periodismo hacia un deporte todavía en vías de crecimiento. Si es así bienvenido, tal vez sea lo que le falte al triatlón mundial para darle un verdadero salto: “Una Estrella” que se comporte como tal. Solo que a este Triatlón se le sumo algo más, la presencia de Carolina Dementiev “Miss Panamá 2008” y el Presidente de la Republica, el Sr Martinelli, haciendo él mismo entrega de los premios a los Profesionales. Algo poco común de verse en un evento, una modelo muy reconocida en su país que en su debut en la distancia gana la Plaza para el Mundial de Las Vegas y un Presidente aplaudido por su gente en apoyo a la labor por el deporte.